UN BARRENDERO MUNICIPAL FUE ATROPELLADO POR UN CONDUCTOR PRESUNTAMENTE ALCOHOLIZADO

Este domingo por la mañana, un trabajador municipal que se desempeñaba como barrendero en pleno centro de Bolívar fue embestido por un vehículo conducido, según se presume, por una persona en estado de ebriedad. El hecho generó una fuerte reacción del intendente Marcos Pisano, quien publicó un mensaje contundente en sus redes sociales: “El alcohol al volante mata y es un acto de absoluta irresponsabilidad”.
El conductor involucrado se negó a realizarse la prueba de alcoholemia al momento del accidente, lo que agravó la situación y derivó en la intervención de la justicia, que ya investiga los hechos. También actuaron las fuerzas de seguridad y las áreas municipales correspondientes, tras radicarse las denuncias pertinentes.
“Trabajamos todos los días para generar conciencia y prevenir estos hechos que son evitables”, manifestó el jefe comunal. Además, expresó la solidaridad del Ejecutivo con el trabajador afectado y repudió con firmeza lo ocurrido: “Acompañamos a nuestro compañero desde el primer momento y repudiamos estos actos de irresponsabilidad que vulneran la vida”.
“Este tipo maneja como un loco”, “hizo una maniobra de loco”, “manejan como locos”… Expresiones como estas forman parte del lenguaje común con el que solemos describir, muchas veces con razón, situaciones viales desagradables o peligrosas.
La sabiduría popular, con su intuición certera, diagnostica conductas que quienes tienen la potestad de otorgar licencias de conducir muchas veces no registran ni consideran relevantes.
Para las autoridades responsables, conducir “bien” parece ser sinónimo de tener destreza para estacionar, sortear obstáculos en reversa o simplemente cumplir con ciertas habilidades físicas que, en definitiva, no son muy distintas de las que usamos en la vida diaria.
Pero ¿qué pasa con la aptitud psicológica y emocional, que es, en definitiva, la que determina nuestra conducta al volante? La respuesta es, lamentablemente: nada. Ese aspecto crucial suele estar completamente ausente de los criterios de evaluación.
La nota de prensa pone el foco en las declaraciones del intendente tras el hecho en cuestión, responsabilizando al alcohol por los accidentes. Coincido plenamente en que es un factor letal y grave. Pero, y siempre hay un “pero”, limitar el análisis únicamente a la variable del consumo de alcohol me parece un diagnóstico preliminar y claramente insuficiente.
Cuesta imaginar que nuestras calles estén habitualmente ocupadas por conductores en estado de ebriedad, lanzados sin control contra vehículos, personas, animales domésticos o incluso árboles y herramientas, como lo mencionado en la nota. Sin embargo, los siniestros viales ocurren igual, lo que nos obliga a mirar más allá.
Vuelvo entonces al factor mental, que, a mi modesto entender, representa la causa principal de muchas conductas temerarias que acaban en tragedia. Estrés, ira, impulsividad, desatención (celulares principalmente)… todos estos factores, ampliamente documentados por la psicología del tránsito, siguen sin tener el lugar que merecen en los sistemas de habilitación para conducir.
Quizás haya llegado la hora de incorporar seriamente evaluaciones psicológicas obligatorias —no meros trámites administrativos— en los procesos de obtención y renovación del registro. Solo así podríamos empezar a prevenir, en lugar de lamentar.