JORGE GONZÁLEZ, A 20 AÑOS DE LA UNIDAD 17: “TENÍAMOS MIEDO, PERO ERA LA ÚNICA OPORTUNIDAD”

Dos décadas después de uno de los debates más trascendentales en la historia reciente de Urdampilleta, Jorge González, ex concejal e integrante del Foro Comunitario que impulsó la radicación de la Unidad Penitenciaria 17, revive aquellos días marcados por el temor, la incertidumbre y el compromiso colectivo. “Nicio” fue edil entre 1999 y 2007 (también volvió a serlo después), por lo que es palabra sumamente autorizada para entablar la charla con QUÉ PASA EN BOLÍVAR.
“Esto me trae todos los primeros momentos que vivimos, que no eran buenos”, comienza recordando con emoción. En su voz, aún se percibe la tensión de aquellos años, cuando la posibilidad de instalar una unidad carcelaria en la localidad generó reacciones dispares entre los vecinos. “Era algo nuevo, inesperado. En el pueblo causó una conmoción rara. Estaba la gente que tenía miedo, que teníamos… porque yo también lo tenía”, confiesa.
González reconoce que, pese al miedo, muchos comprendieron que la propuesta representaba una oportunidad. “Era la única posibilidad que teníamos de conseguir una fuente de trabajo para Urdampilleta. Sabiendo que para nosotros era todo desconocido, fue un momento duro, de mucha tensión en la población”, recuerda.
Las discusiones y divisiones en la comunidad no tardaron en aparecer. “Vecinos que se peleaban, se discutía mucho. Yo también tenía mis miedos. Recuerdo que mi señora me decía ‘Estás mal, nos vamos a tener que ir del pueblo’. Era una novedad para todos, algo muy desconocido”.
Pero la historia tuvo otro desenlace. Hoy, González valora los frutos de aquella decisión: “Todo salió bien, no causó ningún problema, todo lo contrario. Está integrada a la comunidad, colabora con las instituciones. Los chicos que trabajan, todos tranquilos… y ahora ya muchos por jubilarse”.

El exconcejal no duda en definir el impacto como decisivo. “Lo pienso seguido: ¿qué hubiera sido de Urdampilleta sin esta unidad penitenciaria? Porque tengo muy presente que los jóvenes se iban, las familias también. Hasta se cerró una sala del jardín de infantes por falta de niños”.
Además del éxodo poblacional, el contexto del campo en crisis fue otro factor determinante. “El campo estaba mal, y eso también ayudó a que la gente se decidiera en el plebiscito. Porque si no pasaba, la unidad no se hacía”.
El referéndum local fue un punto de inflexión. “Salió 73 a 26. No me acuerdo el porcentaje exacto, pero fue una adhesión muy importante”, rememora. El resultado no fue casual: hubo una campaña intensa de diálogo y concientización. “Hicimos un trabajo muy arduo, charlando con la gente, explicando. Muchos pensaban que se iban a formar villas alrededor de la cárcel, tenían miedo por los hijos”.
El recuerdo más nítido de aquellos días es también una respuesta certera que dio a quienes se oponían: “Les decía: ‘Si tu hijo se va a vivir a la ciudad va a tener el mismo peligro que pudiera haber acá’. Por suerte, no pasó nada de eso. Salió todo bien. Los que se iban a ir, no se fueron. Y están conformes”.
González concluye con orgullo y emoción: “Lo disfruté muchísimo. Me emocionó. Porque fue un momento muy difícil, y hoy ver todo esto plasmado… es una gran satisfacción”.