GERMÁN MARTÍN: LA FORTALEZA DE UN HOMBRE Y LA FUERZA DE UN PUEBLO
Lo dice Sonia Martínez en cuanto comienza la nota. No se da cuenta, pero lanza una frase que inmediatamente nos hace pensar. Porque somos empáticos, pero, ante todo, somos egocéntricos, el ser humano tiende a ser egocéntrico por naturaleza. Sin embargo, Sonia dice “no estamos preparados para esto” y esas cinco palabras retumban, al menos en mi cabeza, porque, de verdad, nunca estamos preparados para que un ser querido, joven, de un día para el otro permanezca dos meses internado y con su vida pendiendo de un hilo.
Cómo cuenta Sonia esos 40 días en el Hospital de Alta Complejidad El Cruce, estremece. Por la entereza con que lo narra y el detallismo con el que lo recuerda y replica. No quedan dudas de que ese mes y pico en las frías habitaciones de Florencio Varela fueron de mucha procesión por dentro, porque por fuera debía transmitir seguridad, confianza, esperanza.
Dice Sonia que el primer parte médico que les dieron en El Cruce fue terrible. De esos momentos en los que uno no sabe si prefiere, como dice Arjona, una mentira que lo haga feliz o una verdad que le amargue la vida. Sin embargo, ese panorama sombrío del principio también sembró, por un lado la necesidad de aferrarse a la fe y a las vibras de la muchísima gente que desde Bolívar hacía fuerza por Germán, y por otro, comenzar un camino en el que los demás partes, por lo general, venían con noticias mejores que el día anterior.
En el medio de todo, un pedido que seguramente latía a la par de cada sístole y diástole: “traelo a papá de vuelta”. La firma, obviamente la de Thiago, el hijo de ambos.
Los días pasaron, las mejoras se fueron dando y ese “todo va a salir bien”, que tantas veces parece una frase carente de sustento real, empezaba a ser una realidad palpable. Así fue que el pasado sábado 16 Germán volvió a Bolívar, a su casa, con su gente, que lo recibió en la esquina de la Sociedad Rural, en un momento muy emotivo.
Evidentemente hace falta mucha fuerza para salir adelante en casos así, la fortaleza del individuo que transita el problema de salud, y la fuerza de todo su entorno, de toda su gente.
La charla con Sonia fue una de las entrevistas más conmovedoras que me ha tocado hacer en estos últimos años. Mientras ella me podía contar todo con una entereza envidiable, yo no podía salir del nudo que tenía en la garganta, con cinco palabras que me retumbaban desde el inicio de la nota: “no estamos preparados para esto”.