EL DEPORTE EN LA UNIDAD 17, UN EFÍMERO PERO VITAL ESCAPE A LA LIBERTAD

Días atrás, la Dirección de Deportes hizo entregas de juegos de camisetas para los internos de la Unidad Penitenciaria Nº 17 de Urdampilleta. La publicación de la noticia en las redes municipales, sirvió como disparador para conocer algo más respecto a la actividad deportiva más allá de los muros.
Las casacas fueron estrenadas en la final de un torneo interpabellones, que tuvo lugar ayer jueves. Del campeonato participaron 10 equipos, pertenecientes al pabellón del culto evangélico, lo cual denota con claridad el absoluto interés de los internos por la práctica deportiva.


Ocurre que el fútbol resulta, a todas luces, una verdadera vía de escape mental y una oportunidad -no muy recurrente en ese entorno- de pensar en equipo, de tener sentido colectivo.
Claro que también se genera competencia y rispideces, como ocurre en cualquier partido, así sea en el fulbito de los sábados entre amigos en el que ninguno baja de los 80 kilos, pero provoca un momento tan eterno como efímero en el que la cárcel no se parece tanto a una cárcel, sino que evoca a otros escenarios que han pasado por sus vidas.
Hay varios de los internos que han sido futbolistas. Casi todos lo han sido en forma absolutamente amateur, como pasa con 8 de cada 10 hombres argentinos, pero algunos también han vestido casacas del ascenso e incluso de primera división. Esto se nota en el hecho de que los partidos no son nada improvisados, hay estrategias de juego y hay técnica, obviamente. Claro está que tanto las estrategias como la técnica debe adaptarse al terreno, que es una cancha de tierra, casi desprovista de césped.
“Los internos tienen actividad deportiva todas las semanas, de lunes a viernes, o sea cada pabellón tiene su turno de campo de deportes un día a la semana”, explica José María “Cuché” López, profesor de educación física e integrante del Departamento de Deportes de la Unidad 17, en diálogo con QUÉ PASA EN BOLÍVAR, y cuenta que, además de los partidos entre reclusos, también se han organizado cotejos con equipos extramuros, o “de la calle”, como ellos los llaman.


En algunas ocasiones han jugado amistosos contra Atlético Urdampilleta, algo que podría resultar lógico por la cercanía, pero también han sido anfitriones de otros equipos. “En su época, llevé a Barracas Bolívar”, dice “Cuché”, que hace 20 años que da clases en la Unidad, y agrega que “hace cuatro meses fue el primer evento inclusivo que se hizo entre personas con discapacidad y personas privadas de su libertad: con Rubén Miñola y con la secretaría Deporte Social de la Provincia, llevamos a la selección provincial de chicos con discapacidad intelectual y jugaron contra la selección de la unidad”.
Además, en la cárcel se práctica boxeo, ajedrez, tejo, tenis de mesa y hay un gimnasio. Pero entre los deportes colectivos, en la Unidad 17 también se practica rugby, un deporte no tan popular, pero que sí caló hondo en los ámbitos carcelarios. El rugby, más allá de ser un deporte de cierta rudeza, tiene en sus reglas un sentido colectivo todavía más imprescindible, dado que la única forma de avanzar es jugando hacia atrás y, principalmente, apoyándose en los compañeros.
Cuando los partidos terminan, la realidad seguramente vuelve a golpear y las celdas, los pabellones y el anhelo de ver cumplida la pena, vuelven a ser lo corriente. Pero, casi sin darse cuenta, disfrutando algunas horas de buena actividad deportiva, se le ganaron algunas horas a esa espera que parece infinita. Porque, aunque la libertad aún no les llegue, de vez en cuando pasa a saludar, en el rodar de una pelota.