MURIÓ EL PAPA FRANCISCO A LOS 88 AÑOS: EL ARGENTINO QUE TRANSFORMÓ LA IGLESIA CATÓLICA

El papa Francisco falleció este lunes 21 de abril a las 7:35 de la mañana en Roma, según confirmó el Vaticano en un comunicado oficial. Jorge Mario Bergoglio, de 88 años, murió apenas un día después de su última aparición pública durante la misa de Pascuas en la Plaza San Pedro. Su partida marca el final de un pontificado histórico, que duró poco más de una década y que estuvo signado por un fuerte impulso reformista, una prédica en favor de los más humildes y una apertura sin precedentes en la historia reciente de la Iglesia Católica.

“Con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre”, expresó el cardenal Kevin Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. “Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados”, agregó, en un mensaje que resume el legado del pontífice argentino.

Francisco fue elegido Papa el 13 de marzo de 2013, luego de la sorpresiva renuncia de Benedicto XVI. Su elección fue una sorpresa: el cardenal Bergoglio, jesuita, argentino y de perfil austero, rompía con siglos de tradición europea en el Vaticano. Desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, sus primeras palabras marcaron el tono de su papado: “Parece que mis hermanos cardenales fueron a buscar al nuevo Papa casi al fin del mundo”. Eligió llamarse Francisco, en honor a San Francisco de Asís, una señal clara de su vocación por la humildad, la paz y la justicia social.

Durante su pontificado, Francisco tuvo un rol activo en los principales conflictos de la humanidad. Intercedió por la paz en Medio Oriente, en la guerra entre Rusia y Ucrania, y advirtió los peligros del capitalismo financiero y el “dios dinero”. También fue pionero en poner el cuidado del medio ambiente en la agenda eclesiástica, con la encíclica Laudato si’, y promovió una Iglesia “en salida”, más cercana a los pueblos y menos centrada en las estructuras tradicionales.

Una de sus prioridades fue la juventud. En su primer gran viaje como Papa, en julio de 2013 a Río de Janeiro, convocó a millones de jóvenes de todo el mundo para la Jornada Mundial de la Juventud. Allí lanzó uno de sus mensajes más recordados: “¡Hagan lío! Salgan a la calle, la Iglesia los necesita”. Fue también un Papa de gestos simbólicos potentes: lavó los pies de presos, inmigrantes y mujeres, abrazó a personas con discapacidades, y priorizó la cercanía sobre la pompa vaticana.

Bergoglio nació el 17 de diciembre de 1936 en el barrio de Flores, en la Ciudad de Buenos Aires. Hijo de inmigrantes italianos, fue técnico químico antes de ingresar al seminario. En 1969 fue ordenado sacerdote y años más tarde se convirtió en una figura central de la Iglesia argentina. Fue nombrado arzobispo de Buenos Aires en 1998 y cardenal en 2001. Su trayectoria estuvo atravesada por los valores jesuitas: austeridad, servicio, discernimiento espiritual y opción por los pobres.

Aunque nunca visitó oficialmente la Argentina como Papa, mantuvo una relación activa con su país natal. Recibió a todos los presidentes argentinos de su tiempo, desde Cristina Fernández de Kirchner hasta Javier Milei. Con cada uno de ellos mantuvo diálogos, coincidencias y tensiones, pero siempre evitando inmiscuirse en los asuntos internos. Su cercanía con las periferias sociales y su defensa de los derechos humanos le valieron tanto admiración como críticas dentro y fuera de la Iglesia.

La lucha contra los abusos sexuales dentro del clero también marcó su papado. Francisco impulsó investigaciones, reconoció públicamente los errores institucionales y buscó mayor transparencia en los procedimientos eclesiásticos. Aunque sus decisiones no siempre conformaron a todos los sectores, fue el primer Papa que tomó medidas concretas contra la pederastia, lo que le valió el reconocimiento de víctimas y organismos internacionales.

La muerte de Francisco cierra una etapa inédita en la historia de la Iglesia Católica: la de un Papa del “fin del mundo”, que desafió estructuras, revitalizó el mensaje evangélico y devolvió centralidad a la voz papal en el escenario global. Su legado perdurará en los gestos y las palabras que marcaron su tiempo: una Iglesia más humana, más abierta y más comprometida con los dolores del mundo. La comunidad católica mundial lo despide con dolor y gratitud, mientras se abre una nueva etapa de transición en el Vaticano.

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